Sostenibilidad - Porque No Sabemos De Todo - Flossbach von Storch
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Reflexiones sobre la ‘Sostenibilidad’

Reflexiones sobre la ‘Sostenibilidad’

La sostenibilidad está de moda. Sin embargo, se trata de un concepto que viene de muy atrás en el tiempo pues apareció por primera vez en el siglo XVIII en un tratado sobre explotación forestal.

Sostenibilidad debería ser un concepto natural para todo inversor activo con un horizonte de largo plazo. Sin embargo, los factores comúnmente agrupados bajo el acrónimo ESG (Enviromental, Social and Governance – Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo en castellano) son difíciles de traducir en criterios de inversión objetivos, replicables, globalmente aceptados y que puedan ser medidos de manera rigurosa. Son en general imprecisos, vagos y pueden ser interpretados casi arbitrariamente. Es por eso que pueden ser fácilmente instrumentalizados en función de otros objetivos mayores, bien sean políticos o de marketing.

No obstante, algunos inversores se sienten en la obligación de hacer algo positivo con sus inversiones. Felizmente, para tranquilizar sus conciencias, actualmente existen agencias que actúan en cierto modo como una entidad de certificación de sostenibilidad y deciden, conforme a los denominados criterios ESG, qué es sostenible y qué no lo es. Al igual que hacían las agencias de calificación en los tiempos que precedieron a la crisis financiera, también en este caso se trata sobre todo de obtener el sello, y no tanto del contenido.

En realidad, la sostenibilidad en el contexto de la inversión financiera debería ser entendida como el esfuerzo continuado por crear una cartera robusta capaz de alcanzar todo su potencial en el largo plazo. Para ello, debemos priorizar empresas con un modelo de negocio predecible a largo plazo. Esa predictibilidad sólo es posible en compañías solventes, con la fortaleza suficiente para sobrellevar las tormentas que de cuando en cuando afectan a los mercados de crédito. El capital humano es fundamental ya que todo el potencial que encierra un modelo de negocio sólo se puede materializar gracias a trabajadores motivados liderados por un equipo directivo competente y cuyos intereses estén alineados con los de los accionistas.

Nos detendremos un poco en factor humano porque muchas veces es la clave que determina el éxito o el fracaso de una inversión. Mencionábamos antes el alineamiento entre directivos y accionistas, para crear valor a largo plazo es absolutamente necesario contar con un consejero delegado con espíritu empresarial (es decir, que piense a largo plazo y como un propietario). Desde esa óptica tratará de emplear los recursos escasos de la compañía del mejor modo posible, como si fueran suyos. Tendrá en cuenta la prosperidad de sus accionistas y los deseos de sus clientes tanto como los de sus empleados.

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El buen inversor reconoce una buena empresa no solamente por las cifras de su balance, sino también por las personas que la dirigen. ¿La dirección tiene en cuenta la prosperidad a largo plazo de la empresa o más bien la de su propia carrera? La labor del equipo directivo es asegurar la sostenibilidad de los resultados de la empresa en el tiempo. Así, la única receta para asegurar el éxito prolongado de una empresa consiste en una distribución sensata de los recursos y evadirse de las consideraciones trimestrales de analistas e inversores orientados al corto plazo. Idealmente, un directivo actuará como un propietario. Sus intereses coincidirán con los de los accionistas, que suponemos que son sostenibles, es decir, con una larga perspectiva.

Finalmente, nuestro equipo directivo ideal será consciente de su responsabilidad social y medioambiental, no sólo desde un punto de vista altruista sino como medio para evitar posibles riesgos que pongan en peligro la viabilidad futura del negocio.

En definitiva, el directivo pensará como un buen empresario, en el sentido tradicional de la palabra. Naturalmente, es más fácil encontrar este estilo de dirección en empresas gestionadas por sus propietarios o aquellas cuyos fundadores o sus familias controlan el consejo en calidad de grandes accionistas.

Por el contrario, no es difícil pensar en sectores enteros, como en el bancario, donde los intereses de la dirección y los de los accionistas estén tan alejados. Esta falta de alineamiento no solo ha costado mucho dinero a los accionistas, sino que también ha hundido a estados enteros y a otros los ha dejado maltrechos. Cuando el bonus depende de la rentabilidad sobre los recursos propios, no es de extrañar que muchos bancos presenten grandes balances junto a reducidos fondos propios.

Piénsenlo: calidad y visibilidad en la generación de caja, solvencia en el balance, equipo humano motivado por la supervivencia de la empresa en el largo plazo… ¿Acaso no son estos los principios de la sostenibilidad? No hace falta disfrazarlo con siglas, en realidad, sostenibilidad no es más que lo que hace todo buen inversor todos los días.

Pero la sostenibilidad de nuestra cartera no debe fijarse únicamente en la renta variable. Debemos tener una visión general que englobe todas las clases de activos y los factores que influyen en ellas. También las políticas de los gobiernos y de los bancos centrales. Los mercados de divisas y derivados son los sismógrafos que registran los niveles de sostenibilidad de las medidas políticas y, a su vez, funcionan como elementos correctivos ante programas no sostenibles.

Venimos de tiempos de una política monetaria ultra expansiva y un creciente endeudamiento. Esta es la razón por la que los agentes que determinan la política monetaria pueden sentirse inclinados a usar este elemento correctivo para manejar a su antojo los mercados.  A largo plazo, esta actitud no puede prevalecer ante las leyes económicas del mercado. No es “sostenible” y la crisis de las hipotecas subprime fue un ejemplo del poder que ejercen las leyes económicas sobre el mercado.

Este último punto es fundamental: las inversiones que siguen criterios de sostenibilidad pueden llegar incluso a obviar otros riesgos económicos que afectan al conjunto de la inversión a largo plazo. Por poner un ejemplo, si la E del ESG se hubiera impuesto por la fuerza hace diez años, ahora tendríamos empresas de paneles solares financieramente poco eficientes hasta debajo de las piedras. El coste para las arcas del estado en subvenciones habría sido ingente.

La sostenibilidad, por lo tanto, no puede ser impuesta desde arriba, tal como pretenden las últimas iniciativas de la UE. Debe ser vivida y comprendida de manera integral, como parte del análisis fundamental de las empresas y del entorno económico en el que operan. Sólo entonces podrá tener un efecto positivo duradero en la cultura de la inversión. Aplicar el sentido común antes que dejarse llevar por la vorágine de un slogan.

 


Con la sección “Porque no sabemos de todo” buscamos ofrecerles otras opiniones, las de grandes profesionales del sector de la inversión. Acacia Inversión se enorgullece de contar con las aportaciones de nuestros invitados y está muy agradecida por su colaboración, aunque debemos advertir que las opiniones que ellos expresan en sus artículos pueden no coincidir necesariamente con las de nuestro equipo. Algo que, en todo caso, es un motivo más de satisfacción pues muestra la absoluta libertad que queremos ofrecer a los invitados, en beneficio de nuestros clientes.

Bert Flossbach
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