¿Qué relación tiene el esquí con el asesoramiento financiero?
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Esquí y asesoramiento financiero

Esquí y asesoramiento financiero

A finales del año pasado, nuestros coinversores recibieron una Nota de Acacia (un formato con el que trasladamos de manera ágil temas de actualidad e ideas de mercado que nos parecen interesantes) en la que, aprovechando el ambiente navideño, trazábamos un paralelismo entre el esquí y la inversión. (Click en la imagen para acceder a la nota completa).

Fue tan buena su acogida, que aprovechamos este articulo de nuestro blog dedicado al Asesoramiento financiero, para desarrollar en profundidad algunas de las ideas que en la nota simplemente se bosquejaban y tratar algunos de los temas que dejamos aparcados por falta de espacio en el mencionado formato. (Para aquellos que crean que las actuales circunstancias de mercado requieren un artículo sobre dicha actualidad, les referimos a nuestro artículo de arranque de año, el cual creemos que tiene todavía gran vigencia: «Este año la Bolsa seguro que cae»).

 

Estamos ya inmersos en pleno invierno y el frío y la nieve ya han hecho su aparición, así que hemos querido aprovechar el artículo dedicado al asesoramiento, para hacer una analogía del mundo de la inversión con el deporte de invierno más popular, el esquí.

La pandemia de coronavirus, que lleva condicionando nuestras vidas los últimos dos años, afortunadamente va perdiendo intensidad y esto ha permitido que las estaciones de esquí hayan podido reabrir sus puertas, después de haber permanecido cerradas durante la temporada 2020/2021. Entre nuestros lectores, seguro que se encuentra algún aficionado a la nieve, como el que escribe estas líneas, que a esta altura de la temporada ya habrá podido disfrutar del esquí y la montaña.

Y es que el esquí es sin duda un deporte emocionante; así lo describía Sir Arthur Conan Doyle, a finales del siglo XIX. El autor de Sherlock Holmes se vanagloriaba de ser el primer inglés en practicar el deporte alpino, ya que entonces sólo se esquiaba en los países nórdicos y en algunas zonas de los Alpes. A principios del siglo XX comenzó a popularizarse entre la burguesía europea y a partir de los años 60, un país con gran tradición alpina como Francia, acercó el esquí a la clase media, alejando el cliché de deporte elitista que tenía hasta ese momento.

A España, esta popularidad llegó más tarde, en la década de los 80. Fue entonces cuando muchos de nosotros, de niños o de jóvenes, empezamos a disfrutar del esquí. Al mismo tiempo comenzaban a comercializarse en España de forma más popular y de la mano de los bancos y cajas de ahorros, los primeros fondos de inversión. Si bien existían unos pocos desde finales de los años 60, fue en los 80 cuando la legislación introdujo algunas novedades en la gestión de las instituciones de inversión colectiva que daban más flexibilidad a los gestores de renta fija. Esto se produjo por el impulso que desde el Ministerio de Economía se quería dar a la emisión de deuda pública del Tesoro español. Los ahorradores españoles comenzaron a desviar sus depósitos a fondos, fundamentalmente de renta fija a largo plazo, y como está sucediendo mientras escribo estas líneas, los tipos comenzaron a subir. En 1994 llegó la crisis de la deuda mejicana y el famoso “efecto tequila” que acabó afectando a la deuda de otros países del sur de América, como Brasil y Argentina y como efecto colateral también a la deuda española y por lo tanto a los fondos de renta fija.

Muchos inversores se pusieron nerviosos y vendieron presa del pánico con enormes pérdidas, porque entre otras cosas sus “asesores financieros” no sabían explicar ni cómo funcionaban los activos que tenían en cartera, ni las razones de las caídas. Por lo que se ve, ciertas cosas no han cambiado en general mucho en todos estos años…

Efectivamente, cuando el departamento de marketing financiero repartió los nombres a los activos clave, no fue muy creativo ni estuvo muy acertado. Las acciones, recibieron el apelativo de Renta Variable debido a que su flujo recurrente, el dividendo, es cambiante en función de los resultados de la compañía y lo que decida la Junta General de Accionistas. Por otro lado, a los bonos les correspondió la designación de Renta Fija porque su pago recurrente, el cupón, se determina en su emisión y por tanto es fija.

Así, pese a la creencia popular, la renta variable no recibe su apellido por su tendencia a “moverse” o a cambiar, es decir, por ser más volátil. Del mismo modo, el apellido de fija ha llevado a un equívoco muy generalizado entre los inversores particulares por el cual el término “fija” de esta inversión es equivalente a segura, es decir, que no se puede perder.

Este pensamiento de que la “Renta Fija es fija” es muy peligroso, y al margen del chascarrillo vinculado al nombre de los párrafos anteriores, tiene su base en la experiencia vivida en las últimas décadas en las que hemos vivido un súperciclo de Renta Fija. En él, los tipos de interés han pasado del doble dígito de los años ochenta a los niveles cercanos a cero o incluso negativos de la actualidad. Este camino a la baja en las rentabilidades ha sido consecuencia, entre otras cosas, de las políticas monetarias extraordinarias de los bancos centrales con sus bajadas continuas de los tipos de referencia e inyecciones masivas de liquidez.

Esto ha llevado a que los bonos hayan navegado con la marea a su favor, ya que el riesgo de duración, es decir, la variación en el precio de los bonos como consecuencia de los movimientos de los tipos de interés.

Pero volviendo a la analogía con el esquí, digamos que en los años 90 la mayoría de los inversores españoles eran entonces debutantes, y en vez de lanzarse por una pista verde (las más sencillas, ideales para los más novatos) decidieron precipitarse por la primera pista roja (laderas con un desnivel importante) que se encontraron, sin ni siquiera haber dado una primera clase. En cuanto llegó la primera bañera (los pequeños montículos –tanto naturales como artificiales- formados en las pistas) los esquís saltaron por los aires y los esquiadores/ahorradores sufrieron fuertes caídas y golpes. Muchos de ellos, espantados, no volvieron a ponerse unos esquís en su vida y siguieron “invirtiendo” en depósitos bancarios y como mucho “jugando” con una pequeña cantidad de sus ahorros en acciones (españolas por supuesto). De aquellos polvos, los lodos de cierto sambenito que ha arrastrado la industria de fondos todos estos años. Otros en cambio, aprendieron bien la lección y volvieron a esquiar consultando antes el plano de pistas y de la mano de un monitor.

Desde luego, la experiencia y la práctica ayudan, pero no todo el mundo está hecho para lanzarse por pistas negras (las de mayor dificultad, suelen ser pendientes de más del 50% y están destinadas a esquiadores muy expertos). Podríamos decir que probablemente cualquiera puede esquiar, pero no todos los esquiadores están preparados para hacerlo en cualquier circunstancia. Muchos esquiadores experimentados y con gran nivel técnico prefieren disfrutar de pistas largas y anchas y con pendientes moderadas, porque tienen miedo a sufrir una caída o a tener un pequeño accidente. En el mundo de la inversión pasa lo mismo, cada ahorrador tiene un perfil de riesgo, que viene determinado por sus conocimientos y experiencia, pero no sólo por estos. La tolerancia al riesgo tiene un punto que no es homogéneo en todas las personas y que no puede explicarse de forma racional. Por esta razón, a la hora de tomar una decisión de inversión es la primera gran pregunta que tenemos que resolver. ¿Estamos preparados para invertir en activos de riesgo?, ¿Qué porcentaje de mi patrimonio puedo destinar a bolsa?, ¿A partir de qué porcentaje de pérdida en mi patrimonio invertido empiezo a dormir mal, es decir, dónde está mi “umbral del sueño”?

El regulador es consciente de la importancia del riesgo y de ahí la relevancia de la trasposición de la directiva MIFID a la legislación española, la cual pone el foco en el conocimiento previo del cliente de asesoramiento financiero. En Acacia Inversión, cuando confeccionamos las carteras de nuestros clientes no sólo utilizamos el clásico perfil de riesgo como fuente de información para la construcción de una cartera y por consiguiente la exposición a bolsa. También añadimos la finalidad para la que se invierte el patrimonio y tenemos en cuenta la liquidez que necesitará el cliente, el plazo de la inversión y lo que nosotros consideramos vital, la comprensión de los productos que tiene en cartera o por lo menos del conjunto de la misma. Un conocimiento profundo de tus inversiones te permite afrontar la volatilidad de estos días con más sosiego y calma.

Esqui y Asesoramiento financiero | Acacia Inversion

Volviendo de nuevo al esquí, todos nuestros clientes están equipados con un buen casco por si se caen, y tienen la mala fortuna de golpearse en la cabeza, unos esquís y bastones con la longitud recomendada a la altura de su cuerpo, y unas buenas gafas de ventisca, porque en la montaña el tiempo cambia con gran rapidez. Una nube que se mete en la montaña, puede convertir un día despejado en una jornada sin visibilidad. Ocurre lo mismo en los mercados financieros, donde en muchas ocasiones suceden hechos imprevistos que cambian la tendencia de los mismos de la noche a la mañana. No hay que irse muy lejos para ver la virulencia con la que puede reaccionar el mercado. Cuando comenzó la crisis del coronavirus, en marzo de 2020, asistimos a la caída bursátil más rápida de la historia: el S&P 500 entre el 20 de febrero y el 23 de marzo, en un mes escaso, cayó un 34% y el Eurostoxx 50 cerca de un 40%. El mercado de crédito también se vio fuertemente afectado, sobre todo el de más riesgo (high yield, deuda subordinada, crédito estructurado…) pero también los activos más solventes (deuda investment grade, MBS, municipalities…). Incluso los activos más seguros, como los tesoros americanos y el oro, cedieron terreno de manera puntual.

Durante la crisis del coronavirus, como inversores, tuvimos que tomar decisiones con gran rapidez, pero éstas no fueron fruto de las sensaciones ni de las emociones sino de la experiencia y del conocimiento de los mercados. Iniciamos el 2020 con cautela, no porque supiéramos que iba a llegar una pandemia, sino por el excesivo optimismo que percibíamos. Así, manteníamos la liquidez en máximos, un posicionamiento conservador en crédito, un 5% en oro, la bolsa en una exposición neutral (en el punto medio entre el máximo y el mínimo permitido) y además contábamos con una cobertura que nos llevaba a niveles mínimos de inversión si la situación se complicaba, como finalmente ocurrió. Fue entonces cuando mediante lo que nosotros denominamos la ESCALERA DE RIESGO fuimos incrementando progresivamente el riesgo en nuestras carteras, pues pensábamos que los inversores estaban sobrerreaccionando ante la alta incertidumbre.

Debemos reconocer que estas decisiones hicieron que la foto durante la caída no fuera la más bonita, pero pensábamos que era un sacrificio ante una oportunidad que se vería recompensada en el medio plazo. Pero nos equivocamos… la recompensa que esperábamos en años llegó en apenas unos meses, razón por la que comenzamos a deshacer posiciones de riesgo y fuimos reduciendo la exposición a bolsa hasta la neutralidad, consolidando los beneficios en nuestras carteras.

Aunque el foco de los inversores y los titulares estuvieron centrados en la Renta Variable, la verdadera oportunidad de aquella crisis surgió en el mercado de renta fija y en concreto en el segmento de crédito, el de los bonos emitidos por corporaciones. El miedo a un aumento en los impagos y la venta indiscriminada de activos de riesgo provocó un shock de liquidez que generó profundas caídas en los mercados de bonos. En el peor momento de la crisis este activo teóricamente libre de riesgo sufría: los fondos de renta fija más conservadores perdían cerca de un 5% y los de crédito entre un 10% y un 20% de media. En Acacia, aprovechamos la fuerte liquidez que teníamos en cartera, en torno a un 20%, para comprar bonos corporativos de diferente tipología: investment grade europeo y norteamericano, Municipalities y MBS en EEUU, High Yield Global y Deuda Subordinada Financiera.

La clave de nuestra actuación: el posicionamiento previo, ceñirnos a un plan durante el pánico y la flexibilidad de nuestras carteras que pasaron de tener el riesgo prácticamente en mínimos a máximos en apenas semanas, para volver a la neutralidad tras las fuertes subidas.

Por esta razón, en Acacia Inversión construimos carteras de inversión preparadas para distintos escenarios. Así, en nuestros fondos de multiactivo, tenemos una posición relevante en lo que denominamos activos antifrágiles, los cuales deberían comportarse bien en un entorno de incertidumbre de los mercados: dólar, yen, liquidez, bonos ligados inflación americanos y europeos, bonos en “divisa fuerte” (deuda pública de países asiáticos, nórdicos, Canadá, Australia…), oro y bonos de gobierno chinos. Podemos decir que nos gusta salir a esquiar con equipos de esquí apropiados para un día de ventisca, pero también para disfrutar de un día soleado. Y lo más importante, en nuestro rol de monitores de esquí, por lo comentado anteriormente en relación al conocimiento previo que tenemos de nuestros clientes antes de proponerles una cartera de inversión, siempre tratamos de asegurarnos de que nuestros inversores están preparados para enfrentarse a las dificultades que les esperan, desde el mismo momento que se suben a la silla para llegar hasta la cima de la montaña.

Es muy frecuente ver a esquiadores bajando a gran velocidad en tramos poco apropiados para hacerlo, poniéndose en peligro a sí mismos y al resto de los que le rodean. Pues bien, cuando te fijas en su técnica, normalmente ves que no son buenos esquiadores y probablemente ni siquiera lo han practicado muchas veces; los lectores aficionados seguro que saben de lo que hablo. También suele ser habitual en gente más joven que puede permitirse una caída, que tienen menos que perder. Es curioso cómo vas adaptando tu forma de esquiar con la edad. Igual que lo haces como inversor. Cuando eres joven te puede la emoción y te precipitas por las pistas de mayor pendiente sin saber muy bien la visibilidad o si te vas a encontrar con hielo en la pista. Cuando comienzas a invertir es muy habitual que te ocurra lo mismo, que te dejes llevar por la euforia de la primera inversión exitosa o por el apabullante histórico de rentabilidad de un producto, y tomes decisiones precipitadas, sin pararte a pensar en los riesgos. En cambio, de adulto, y ya con cierta experiencia, te ajustas bien las botas y las fijaciones de los esquís, miras si el primer tramo de la pista está despejado y entonces comienzas a bajar dando giros amplios y disfrutando de las vistas mientras te deslizas. Como inversores funcionamos de una manera similar, antes de tomar una posición en un activo, lo analizamos, vemos si tiene sentido en el entorno de mercado en el que nos encontremos y analizamos los riesgos que asumimos si por alguna razón nos equivocamos. Es decir, le damos más importancia a Prevenir que a Predecir, como reza uno de los lemas de Acacia Inversión.

Pero no es sólo cuestión de edad, sino también de confianza. Un esquiador con habilidades y aptitudes puede permitirse arriesgar y atreverse con un salto improvisado en mitad de la bajada, lo mismo que el inversor experto que toma más riesgo en bolsa cuando hay una fuerte caída de los mercados. Por eso, lo recomendable es iniciarse con un buen monitor de esquí, que te enseñe la técnica, pero sobre todo que te ayude a tener confianza. Nuestra labor como asesores financieros consiste en lo mismo, en guiar a nuestros clientes para que tomen las mejores decisiones de inversión, y eso, a veces, implica arriesgar, sin perder la prudencia.

 

En conclusión:

  • Los esquiadores experimentados saben que, no importa cuántas veces bajes la misma montaña, no hay dos pistas iguales.

La nieve un día puede estar maravillosamente bien y al día siguiente ser una placa de hielo. El clima puede estar nublado y ventoso un día, luego soleado y fresco al día siguiente. Como esquiadores, también cambiamos; podemos ser mayores, más hábiles, más tranquilos, ansiosos o preocupados. Cada día de esquí es una nueva experiencia, atravesamos una montaña diferente cada vez que bajamos una pista. Invertir es similar.

  • Del mismo modo, nunca invertimos dos veces en el mismo mercado.

La economía cambia, primero crece, luego se estanca e incluso entra en recesión. Las valoraciones de los activos pueden diferir; pueden ser baratos, moderados, caros o estar en burbuja según el momento. Los tipos de interés varían: suben, se mantienen estables o bajan según las condiciones económicas y los designios de los Bancos Centrales.

  • Asimismo, nosotros invertimos en diversos momentos de nuestras vidas.

Tal vez ahorrando para el futuro, planificando la jubilación o viviendo de las rentas de nuestro patrimonio. Nuestras circunstancias personales cambian: podemos casarnos, convertirnos en padres o abuelos, o divorciarnos.

 

Con el tiempo, los mercados cambian y nuestro enfoque de inversión también cambia. Tales ajustes hacen que las relaciones con nuestros asesores financieros sean de vital importancia.

 

 


Este documento, así como los datos, opiniones, estimaciones, previsiones y recomendaciones contenidas en el mismo, han sido elaborados por Acacia Inversión SGIIC, con la finalidad de proporcionar a sus clientes información general a la fecha de emisión del informe y están sujetas a cambio sin previo aviso. Acacia Inversión SGIIC no asume responsabilidad alguna por cualquier pérdida, directa o indirecta, que pudiera resultar del uso de este documento o de su contenido. Está destinado a ser sólo de interés general y no constituye asesoramiento jurídico o fiscal alguno, ni constituye una oferta de participaciones de las IICs gestionadas por Acacia Inversión SGIIC. Nada de lo dispuesto en el presente documento debe interpretarse como un asesoramiento en materia de inversión. Las opiniones expresadas son propias del autor en la fecha de publicación y están sujetas a cambio sin previo aviso.



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